Con gritos y pancartas de “Justicia, solución” y fotos de Fernández Bermejo, un nutrido grupo de funcionarios de Justicia le ha amargado el mitin de apertura de campaña a Rodríguez Zapatero. Monumental bronca en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid.
Una monumental bronca procedente del anfiteatro del Auditórium del Palacio Municipal de Congreso congeló la sonrisa de Rodríguez Zapatero. El candidato del PSOE, que llegó el Palacio Municipal de Congresos poco después de las once y media de la noche acompañado de su esposa Sonsoles Espinosa, acababa de iniciar su discurso con el que oficialmente abría la campaña de las elecciones generales cuando fue bruscamente interrumpido por cerca de un centenar de funcionarios de Justicia que ante el estupor del servicio de orden, desplegaron pancartas mientras pedían a gritos ¡Justicia, solución!.
Los asistentes al mitin intentaron a su vez acallar la protesta arropando al líder del PSOE con gritos de “¡presidente, presidente!”. Zapatero pidió calma pero no pudo evitar que se le notara su contrariedad por el grave incidente. Los alborotadores fueron desalojados en medio de una fuerte tensión del recinto pero el mal sabor de boca se quedó entre los dirigentes socialistas.
Y van tres. La primera en Guadalajara; la segunda el miércoles en Gijón. Las dos casi anecdóticas, pero la tercera, durante la tradicional noche electoral en la que los partidos dan el pistoletazo de salida a la campaña electoral, ha sido realmente sonada.
Tras el desagradable incidente, la tensión se mascaba en el ambiente. Al propio Zapatero se le notaba bastante descentrado, lógicamente. Pero el candidato socialista intentó no perder la sonrisa y levantando la voz para hacerse oír entre la algarabía que seguían montando los funcionarios – que duró varios minutos- pidió “calma, calma, compañeros”. Los simpatizantes le aplaudían e intentaban resarcirle con gritos de “presidente, presidente”. “Saben que estamos dialogando con ellos, dialogamos con todos. Ellos quieres que les escuchemos, pero que nos escuchen también a nosotros que también tenemos derecho”, se quejó finalmente Zapatero, visiblemente contrariado.
Minutos después el auditórium recuperó la calma. Los alborotadores fueron desalojados del recinto y Zapatero intentó a duras penas retomar el hilo de su discurso como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, el sudor de su frente delataba el mal rato que había pasado.